Mas
debe plantearse el escenario de una independencia sin consenso en España
MARTÍN
ORTEGA CARCELÉN 23 NOV 2012 El País
Nuestra
sociedad, que está muy avanzada en algunos aspectos, todavía no ha caído en la
cuenta de la importancia de la prospectiva. Es preciso mirar al futuro para
explorar hacia dónde conducen las grandes tendencias y también para calibrar
los efectos de nuestros actos. Esta afirmación general es válida para el
proyecto independentista que Artur Mas está favoreciendo en Cataluña, más cerca
de la rauxa que del seny.
Dicho
proyecto ignora las consecuencias internacionales de una independencia contra
la voluntad del estado, y esto supone una falta de previsión notable por parte
de sus líderes. Se habla mucho sobre si una Cataluña independiente estaría
dentro o fuera de la Unión Europea, mientras que no se considera el paso previo
para cualquier nuevo estado en la comunidad internacional: el reconocimiento.
En
Derecho Internacional, el reconocimiento es un acto unilateral que realiza
libremente un país por el cual acepta la creación de otro a partir de entidades
diversas (un pueblo colonial, un estado que se divide, varios que se fusionan,
etc.). Tal reconocimiento es impresicindible porque únicamente la entidad con
una aceptación suficiente podrá participar en relaciones multilaterales, y
acceder a organizaciones como la UE, Naciones Unidas, la OMC o el Consejo de
Europa.
Si
no cuentan con reconocimientos bastantes, los nuevos estados no podrán tener
vida internacional
Los
estados se definen por tres elementos constitutivos: territorio, población y
gobierno propio. Pero si, además, no cuentan con reconocimientos bastantes,
estarán incapacitados para llevar a cabo una vida internacional en
consecuencia. Pensemos en el caso de Taiwan, que cumple los tres primeros
rasgos, pero disfruta de un reconocimiento muy limitado porque la mayoría de
los estados entiende que es un país de origen artificioso que eventualmente
terminará formando parte de China.
Naciones
Unidas cuenta hoy con 193 estados miembros. En la medida que el reconocimiento
avance hacia ese número, los nuevos estados pueden considerarse correctamente
creados. Aquí hay que diferenciar varias situaciones. Existen nuevas entidades
que han recibido un número muy pequeño de reconocimientos, como por ejemplo
Osetia del Sur, que declaró su independencia de Georgia en el verano de 2008.
En un escalón superior, aunque Taiwan mantiene relaciones diplomáticas con una
veintena de estados, casi ninguno tiene una auténtica relevancia internacional.
Subiendo
un peldaño más, Kosovo cuenta con el reconocimiento de la mitad de los miembros
de Naciones Unidas, pero esto tampoco le permite mantener unas relaciones
normales. La declaración unilateral de independencia con respecto a Serbia de
febrero de 2008 fue apoyada por Estados Unidos y diversas potencias europeas,
quienes calcularon una aceptación mayoritaria del nuevo país. Sin embargo, años
después, importantes actores como Brasil, China, India, México, Rusia, además
de España y otros miembros de la UE, estiman que esa nueva entidad no debe ser
considerada como independiente sino como parte de Serbia. En la zona superior
de la escala, el rápido reconocimiento de nuevos candidatos permite su entrada
en las instituciones internacionales, como ocurrió con Timor-Leste (miembro de
Naciones Unidas desde 2002), Montenegro (2006) o Sudán del Sur (2011).
¿Qué
estados europeos reconocerían una independencia definida unilateralmente?
Situaciones
diferentes existen cuando los estados deciden reconocer entidades que no
cuentan con los tres elementos constitutivos, como la República Árabe Saharaui
Democrática o Palestina, con el fin de manifestar su apoyo político. Este
reconocimiento de carácter ficticio puede tener no obstante consecuencias
jurídicas internacionales, aunque tampoco permite una participación normal en
las relaciones globales.
La
exigencia de reconocimiento aquí descrita deja sin duda varias cuestiones
abiertas para los defensores de una Cataluña independiente. Estas preguntas no
son fruto de una toma de posición, sino que vienen dadas por la experiencia
histórica, los imperativos del Derecho Internacional y la necesidad de la
prospectiva. Desde luego, Artur Mas favorece la via unilateral y debería
plantearse los escenarios de futuro que abre esa exclusión del consenso en
España. ¿Qué estados europeos reconocerían una independencia definida
unilateralmente? ¿Cabe pensar en una situación de división en el seno de la UE
como sucede con Kosovo? Fuera de Europa, ¿en qué países del mundo se apoyaría
el movimiento independentista para buscar los primeros reconocimientos? ¿Debe
Artur Mas comenzar una campaña internacional en este sentido? ¿Se ha planeado
qué hacer si no se obtienen los reconocimientos suficientes para entrar en la
UE y en la ONU? ¿Qué futuro espera a los ciudadanos de esa Cataluña
independiente al margen de las instituciones internacionales?
Martín
Ortega Carcelén es profesor de Derecho Internacional en la Universidad
Complutense de Madrid.
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